jueves, 9 de enero de 2020

¿Alguna vez has escuchado hablar sobre Areitos?

Esta manifestación existió en nuestro continente, previo a las invasiones Europeas e inicio de la modernidad. Podríamos decir que es la máxima expresión de la cosmovisión de los  grupos Arawak y Caribe que se encontraban en el Área circuncaribe, en ella convergen la música, el canto, la danza, la poesía, la pantomima, la expresión plástica, todo en una maravillosa representación teatral colectiva vinculada a  algún hecho social y profundamente ligada a la visión de integración del todo, donde el ser humano se encuentra en plenitud con lo existente en su mundo. Fernández de Oviedo los describe así: "No tienen otros monumentos históricos sino los areitos, ni hay cosa que más estimen. Estos pasan tradicionalmente de padres a hijos por vía de enseñanza y ejemplo, contentándose sólo con la palabra  y la falta de letras".

Areito es tradición oral, continuidad de la cultura, es un sistema que propicia la consolidación, cohesión e identificación grupal, la preservación de la memoria ancestral. Ramiro Guerra en Caliban Danzante, lo describe  como un tipo genérico de actividad colectiva de trascendencia, en la que intervienen todos sus elementos culturales, la música y sus instrumentos, el canto, la poesía y la danza, rigiéndolo todo con una fuerte actividad física, como refiere: “Eran ocasiones el mucho comer y beber hasta la embriaguez, acompañados por el uso de sus mejores plumajes, pinturas decorativas en el rostro y otras partes del cuerpo, constituyendo todo esto la expresión de su mayor gusto estético en materia de lucimiento personal”. De las Casas igualmente describe: Eran bailes de regocijo en donde se cantaban coplas,  "Danzan sueltos y trabados de las manos, (…) yendo y viniendo, en arco, en muela, adelante y atrás a manera de un contrapás, pasean, saltan, voltean (...) Era cosa de ver su compás. Así en las voces como en los pasos, porque se juntaban trescientos o cuatrocientos hombres, los brazos de los unos puestos en los hombros de los otros. (...) bailando y saltando y cantando todos juntos con tanto compás y orden que las voces y saltos y meneos de torsos no parecían sino una voz y saltos y movimientos de uno solo". Estos podían extenderse hasta el día siguiente o varios días, eran significativos en todas las actividades de grupo, desde el nacimiento, rituales de iniciación, matrimonios, épocas de siembra y cosecha, en la cacería, funerales, así como para prepararse para las guerras o en el triunfo después de la batalla. Poseían una  connotación poética, donde el romance y la estética femenina jugaron un rol muy importante, se podrían nombrar los areitos de Anacaona a quien López de Gomara la describe como “hembra absoluta y disoluta” cacica antillana,  que poseía  grandes dotes para la música y cuyo canto se encontraba rebosante de poesía. Fray Ramón Pane escribe sobre los Tainos de Haití “Lo mismo que los moros tiene comprendida su ley en canciones antiguas, por las cuales se rigen, como los moros por la escritura. Y cuando quieren cantar tocan cierto instrumento que llaman mayohabao, que es de madera hueco, fuerte y muy delgado, de un brazo de largo y medio de ancho. A su son cantan las canciones que aprenden de memoria; y lo tocan lo hombres principales que aprenden a tañerlo desde niños y a cantar con él, según su costumbre”.

Esta máxima, expresión de nuestros ancestros, pone en evidencia la continuidad e importancia de la tradición oral, modo de comunicación vivo que trasciende la historia. La participación del ser humano en comunión con todo lo existente en sin duda la razón fundamental de lo que somos hoy, la visión de continuidad como fuerza humana nos entrelaza a estas cosmovisiones, hilvanando el tejido de la vida nos encontramos cada vez más cerca de completar el circulo en la historia, volver al origen, reencontrarnos en un mismo ritual donde cada cual tiene su lugar de acción con las fuerzas  cósmicas,  con todo lo existente, siendo integración desde el grano más pequeño de arena hasta el astro más grande, el hermano sol.

Susana Díaz Aponte
Isla de Margarita, noviembre 2019
PNFA Artes y Culturas del Sur
UNEARTE

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